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El 3 de julio de 2006, a cinco días de la visita del papa Benedicto XVI, el subsuelo de Valencia vivía el peor accidentede metro de la historia de España. Las vías de la estación de Jesús se cobraron 43 vidas, hirieron de gravedad a 47 personas y dejaron rotas a centenaresde familias. En la superficie, los representantes institucionales se daban prisa en pasar página ante la inminente llegada del sumo pontífice. La versión oficial de lafatalidad se imponía, el blindaje gubernamental obstaculizaba las investigaciones y una densa capa de olvido se extendía sobre la tragedia. Sin embargo, ante el abandono por parte de las instituciones, las víctimas siempre mantuvieron la dignidad y laesperanza. Mes tras mes, durante casi diez años, se concentraronen la plaza de la Virgen en busca de justicia.