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La idea de un continente poblado de faunos, s tiros, centauros,dr¡adas y ninfas resultaba absurda, un continente ubicado en un lugartect¢nicamente imposible, en el que la magia funcionaba y lasplegarias a los dioses recib¡an respuesta, si bien no siempre laesperada, un lugar en el que las br£julas perd¡an el norte, losrelojes se paraban y los microprocesadores se convert¡an en un trozoinerte de silicio, donde la electricidad no era m s que el nombre quese le daba al mbar. Un lugar que, sencillamente, no deber¡a existir.